18.12.09

Las arañas (de Pizarnik y Girondo)

I
No hay luz de velas
(mi alba y mi crepúsculo no existen)
Soy yo, sólo yo concreto bajo el foco
(y yo, temeroso sin sombra no existo)
La noche rechaza la oscuridad
(la luz automática quema mis dedos)
Si hablamos de guerra y todos morimos
(el fuego, triste fuego azul me rodea)
Si hablamos de paz y aún así morimos
(y en cenizas me toco, no existo).

II
-¿Quién está ahí?
Sus gritos me asustan
ello está cerca, lo siento en mi oreja
rasgando mi pensamiento
en espasmos agudos
en tristezas inmediatas
que recuerdo como mías.
-Ricardo- me dice, lo pienso –Ricardo.
Vuelvo la vista y mi nombre,
cierro los ojos, grita.
Grito yo, grita ello dentro de mí
y la certeza de llamarme así
nunca fue tan temida.
-Ricardo- le digo, lo piensa –Ricardo.

III
El humo, digo la forma externa del humo
incapaz de dominar al cuerpo
que lo ha expulsado
así como el recuerdo de un sueño
nunca podrá serlo de nuevo.
Yo no soy ese humo.

IV
¡Sal de ahí, Ricardo! ¡sal de ahí!
Baila tu cabeza expectorada hacia sí misma
te busca, te encuentra, te nombra
-soy yo- respondes, luego te escuchas
y lo sabes: no podrías ser tú.
Nada es, todo se imagina
y se prevé el desastre
del día que te ha perdido
entre rostros inmensamente lejos
dolorosos dolor rostros ajenos.
Tus ojos devienen barras de acero
inquebrantables
de la luz que todo lo abarca
de la noche que se va perdiendo.
Ya no puedes escribir a oscuras.
El poeta se quema
bajo el fuego
huyendo de la luz del fuego
por más que inventes llamas vacías
en negativo
el poeta ha muerto
lo incineraron los ojos del mundo.

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